martes, 24 de octubre de 2017

Desert run

Y llegó el día. Después de años pensando en este reto, por fin los astros se alinearon para que Goyo y yo pudiéramos ser patícipes de esta gran experiencia, en el desierto que un día vio despertar a la momia de Stephen Sommers. Fueron meses de duros entrenamientos llevados con ilusión, con días espléndidos y con otros que hubo sacar fuerzas de flaqueza para poder sacarlos adelante.
El viaje empezó con anécdota, ya que el avión designado para volar a Marruecos, tenía una bodega de carga demasiado pequeña para todo el equipaje que llevábamos. A punto de embarcar tuvimos que dar media vuelta en la pasarela de entrada y esperar a que llegara otro más grande. Con algo de retraso, partimos hacia el pequeño aeropuerto de Errachidia.



La llegada fue espectacular, con baile de bienvenida, pastas y te. Empezaba bien. Después de los trámites de aduana, nos dirigimos a nuestro espectacular alojamiento, el Kasbah Xaluca. El trayecto de unos 70 km desde el aeropuerto nos metió ya de lleno en lo que es la vida en África. Bicicletas por todos lados, gente sentada sin hacer nada, carros tirados por animales y, como no, conducción "un tanto" diferente (adelantamientos en línea continua, velocidades de vértigo...).
Otro recibimiento con música tradicional en el hotel, buena cena, y a dormir; nos esperaba una dura jornada al día siguiente.



Día 1 de carrera (15 km)

Después de un desayuno ligero, recogemos los dorsales en el  hotel y vamos hacia la salida, a 10 metros de la entrada trasera. La llegada también será en el mismo hotel, cosa que facilita las cosas.
Breve explicación del circuito por parte de uno de los organizadores, cuenta atrás hecha por todos los corredores y empieza la carrera.



El primer kilómetro es extraño. Muchas irregularidades del terreno, primeras dunas, y sensación de cansancio, aunque no vamos a un ritmo exigente. El terreno mejora poco a poco, pero las sensaciones siguen sin ser buenas. Por suerte somos conservadores, pensando en que quedan dos etapas más. El grupo se estira. Poco a poco cogemos buen ritmo de carrera. De vez en cuando van pasando 4x4 que siguen la prueba, con los familiares de algunos de los atletas, que van animando a todo el mundo, cosa que se agradece.
Llegado el km 13 aproximadamente llegan las grandes dunas. Es un momento espectacular, así que nos olvidamos un poco de la carrera, sacamos el móvil y nos empezamos a hacer fotos y vídeos subiendo y bajando esas maravillas de la naturaleza en forma de arena.



Pasado ese momentazo, ya sólo falta un km para acabar, que afrontamos con la adrenalina por las nubes. Llegamos a meta con una amplia sonrisa. Hemos entrado el 42 y el 43. Más tarde nos enteramos que hemos corrido a 1000 m de altura, cosa que puede haber influido en el cansancio al inicio de la etapa.
Un baño reponedor en la piscina, una ligera comida, y a hacer un poco de turismo.



Primero, breve parada para ver una cantera con fósiles marinos (parece mentira que alguna vez la zona estuviera cubierta por el mar). A continuación, paseo en dromedario por las dunas de Erg Chebi, con tormenta de arena incluida, y finalmente llegada a la Belle Etoile, un campamento de Jaimas, con todas las comodidades posibles (buenas camas, ducha, baño...).




Día 2 de carrera (21 km)

Amanecer espectacular. Antes de la carrera nos da tiempo a dar un pequeño paseo por la zona. Es curioso, que hasta en ese momento del día encuentras a alguien que te quiera vender algo. 
Nuevamente, después de desayunar, explicación de la carrera.



Cuenta atrás, y otra vez en marcha. Esta vez ocurre algo diferente. Nos ponemos con un grupo que lleva un buen ritmo, y que se sitúa en posiciones delanteras. El terreno tiene algún desnivel, pero lo salvamos sin problemas. El grupo se estira, y pasado el km 8, ya cada uno va por su lado. Goyo y yo seguimos juntos a buen ritmo. A diferencia del día anterior, no nos va pasando nadie, y en cambio, somos nosotros los que pasamos a corredores. Esta vez contamos con unas fotógrafas de lujo; la mujer y la hija de Nacho, un corredor madrileño que hemos conocido. Con ellos compartimos mesa y 4x4. Otro matrimonio de Barcelona y los padres de ella, también están en la mesa que nos han asignado, junto con un chico argentino que viaja con una amiga. 



Volviendo a la carrera, decir que nos vamos encontrando a niños al pasar por los diferentes poblados y casas de la zona. Algunos saludan, otros te piden los botellines de agua, los más atrevidos corren descalzos a tu lado...
Los km se van sucediendo y, a falta de poco para llegar, aparecen algunas dunas. Con el cansancio acumulado cuesta pasarlas. Goyo se adelanta un poco y lo voy siguiendo a distancia. Salimos de este terreno y sigue unos metros delante de mi, buscando alcanzar a un corredor que tenemos cerca. A lo lejos diviso una ligera subida, terreno propicio para mi, y que elijo para pasar al corredor que ya tenemos "a tiro" y recortar la distancia a Goyo. Por fin ya se divisa la meta, el hotel Tombouctou. Alcanzo a mi compañero de carrera, y hacemos juntos los últimos 300 m. Esta vez entramos el 13 y el 14. No está nada mal.



Otra vez piscina, esta vez acompañada de una riquísima Casablanca (cerveza local). Después de comer, turismo al atardecer.
Visita del poblado malinés de Khamlia, donde nos ofrecen un recibimiento con baile tradicional. A continuación, circuito en 4x4 por las dunas. Resulta emocionante. Para acabar, un rato a pie por una gran duna, viendo como el sol se va poniendo poco a poco. Ha sido otro día intenso.




Día 3 de carrera (26 km)

La salida está en medio de la nada. Para llegar hasta allí nos trasladan en los 4x4. No se ve nada por ningún lado, sólo el arco de salida, los corredores con algunos familiares y kilómetros y kilómetros de desierto. La etapa de hoy es la más larga, pero la que presenta menos dificultades en cuanto a terreno se refiere. 
Se da la salida y salimos bastante rápidos. De hecho, pasado el primer kilómetro, calculamos que vamos entre los 10 primeros.



Goyo se adelanta un poco. Empieza a hacer calor, y un ritmo que sería cómodo en cualquier tirada larga, aquí se hace algo más pesado. Los primeros kilómetros se van sucediendo, y poco a poco, el cansancio acumulado y el sol de justicia que está cayendo, hacen mella en mi. Por suerte hay un avituallamiento cada 4 km y más adelante cada 3. Llegado el km 12 las fuerzas me fallan y bajo el ritmo. Veo que Goyo se aleja y que incluso, corredores que vienen por atrás, me van pasando (por suerte no muchos).



Del km 12 al km 20 es un auténtico calvario. Me noto que las piernas no tiran, tengo la boca seca y la cosa no mejora. Entonces es cuando repaso el listado de cosas positivas del momento, cosa que también se entrena (ya queda menos de la mitad, estoy viviendo una experiencia única, los demás deben de estar como yo o peor...).
A todas estas, Goyo es un pequeño punto en la lejanía. Que capacidad de sufrimiento que tiene!!!
Entonces ocurre algo inesperado. Llega el avituallamiento del km 20. Justo antes me había tomado un gel. Me paro, bebo y me echo agua por la cabeza. Vuelvo a salir y, sin saber como, me empiezo a encontrar bien otra vez. Las zancadas se vuelven más ágiles y vuelvo a tener ganas de correr. De hecho aumento el ritmo. Los km pasan y se giran las tornas. Ahora soy yo el que va pasando corredores, y cada vez tengo más cerca a mi compi de viaje. El penúltimo km es en teoría el más pesado, por el antiguo cauce de un río, pero lo paso sin darme cuenta. Justo en el km 25 adelanto a Goyo. Le pido que haga un último esfuerzo, con un Venga vamos!!! El último km vamos a tope. Las palmeras del oasis de Tisserdimine nos dan la bienvenida mientras se rinden a nuestros pies. Se repite la entrada de Frankfurt del año pasado, entrando los dos juntos a meta. Otra vez el 13 y el 14. Que gran experiencia!




Después de compartir vivencias con otros compañeros de carrera, de vuelta al hotel, para darnos otro buen baño en la piscina, una buena comida en el buffet del hotel, y una siesta de lujo.
Ya por la tarde, cogimos el 4x4 que nos acercó hasta Arfoud. En 40' ya teníamos vista la ciudad (no tiene demasiados atractivos turísticos). Por la noche, entrega de premios, medallas de finisher y cena. Al final, 19 de la general y 5 de la categoría (entrando en meta los tres días con Goyo).




De vuelta a casa

El domingo por la mañana todavía nos quedó algo de tiempo para hacer turismo. Con los todoterreno subimos a un mirador con unas vistas increíbles, con cava y pastas incluidos. Que lujo!




Ya de camino al aeropuerto, breve parada para hacer las últimas compras, con el dátil como producto estrella, y con la última sorpresa del viaje; el magnífico valle del Ziz, con millones de palmeras en su interior.




Agradecer a Sportravel la magnífica organización de la prueba, cuidando todo tipo de detalles y haciéndonos vivir una experiencia inolvidable, que dan pleno sentido al título de este blog.




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